Para la mayoría de nosotros el simple hecho de nombrar un invernadero
supone hablar de vidrio, vidrio y más vidrio. Por la cubierta, las paredes,
incluso por el suelo si pudiéramos hacer que se sostuviera en el aire. ¿Qué
mejor manera de que reciba luz por todos sus lados que dejando la mínima parte
posible con un material opaco?
Probablemente el primero de nuestros desencantos se produce al ver un
invernadero a un muro pegado. Y, aún convalecientes, recibimos el duro golpe de
ver el resto de su estructura realizada en vidrio, pero cubierta por una malla
de protección solar. La visita al Jardín Botánico nos llena la cabeza de dudas.
Invernadero del Jardín Botánico.
Cristal Palace en Madrid.
La verdad es que hasta este momento no nos habíamos parado a observar
de forma crítica este estereotipo de Cristal Palace. En la vida real nos
encontramos factores a considerar, como por ejemplo:
- - La inclinación de los rayos de sol que inciden.
- - La intensidad de estos mismos.
- - La humedad ambiente.
- - El tipo de plantas a cultivar en el interior.
- - La tipología de vidrio a emplear (si es simple o
de cámara).
Todo esto convierte al ideal en inviable, al emplearlo en ambientes
como el que se genera en Valencia. Pero al mismo tiempo posibilita la
existencia de otros modelos. Esta reflexión nace a partir de una de las frases
escuchadas hoy mientras discutíamos sobre la Galería de Esculturas de Philip
Johnson. Sus paredes eran macizas y robustas, opacas e impermeables al entorno.
En cambio su cubierta de vidrio aportaba ligereza y luz al conjunto. “¿Por qué
no iba a poder ser un invernadero?”
Galería de Esculturas, de Philip Johnson.
En el Jardín de Monforte nos encontramos con un muro perimetral
preexistente y ciertos desniveles que nos pueden permitir jugar con el
contraste opaco-transparente, bien realizando alguna parte maciza, bien hundiendo
el invernadero en el terreno.
Además del proyecto que ya hemos mencionado también nos conduce a esta
reflexión otros como la Casa de Vidrio, del mismo arquitecto, o el Pabellón
español para la exposición internacional de Bruselas, realizado por Corrales y
Molezún (desnivel y vegetación abundante son dos palabras que han resonado en
mi mente al presentarnos este proyecto: ¿cómo proyectar el invernadero para no
cortar ninguno de los árboles que pueblan el Jardín de Monforte?).
Casa de Vidrio, de Philip Johnson.
Pabellón español para la exposición internacional de Bruselas,
de Corrales y Molezún.
Siguiendo el mismo camino, pero empleando ya el terreno como
opacificante, encontramos proyectos como el Cockpit de Norman Foster en el Team
4 (mencionado ya en la anterior entrada) o el Pabellón del Farol de la
Hexenhaus, de Alison y Peter Smithson. El espacio que se hunde en el terreno no
deja entrar la luz, pero permite, como es el caso del Cockpit, generar una
estructura más estable frente al vuelco y que se integra de forma más sutil en
el espacio. En este caso el muro se convierte en las raíces del invernadero.
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